Está claro que disponer de un jardín en casa no es más que tener una zona verde y al aire libre a nuestro antojo, y por lo tanto domesticada. Sin embargo, más allá de tener nuestras tumbonas, un asador o cualquier otro accesorio o mueble de exterior que nos haga la vida más cómoda y satisfactoria, también es posible que nuestro jardín sea un espacio para la inspiración y para los sentidos.
Y no hay nada más sensorial e inspirador como la naturaleza en su estado salvaje. No vamos a convertir nuestro jardín en un lugar regido exclusivamente por los ciclos naturales y por los antojos de flora y fauna, pero si podemos hacer ciertas prácticas e incorporar algunos elementos para que nuestro jardín sea lo más natural posible.
Las plantas y las flores hay que regarlas. Por lo tanto el agua es un elemento básico en nuestro jardín, si bien muchas veces su presencia puede reducirse a un grifo y una manguera. Sin embargo nos podemos plantear ir más allá y pensar en hacer una fuente, e incluso si contamos con suficiente espacio y presupuesto tal vez le podamos encargar a un arquitecto paisajista que piense como integrar un estanque en nuestra propiedad.
Sin duda ese lugar acuático se convertirá en el escenario más natural que tengamos en el jardín, porque no solo las plantas necesitan agua, cualquier animal que pase por nuestra vivienda irá a beber, desde una mosca hasta una ardilla. Si bien hay que tener un cuidado especial respecto a los estanque. Aunque parezca una contradicción, no hay que permitir que el agua se estanque, ya de ahí pueden surgir plagas de molestos e incluso peligrosos mosquitos. Por eso os hemos citado que es recomendable contar con el asesoramiento de un profesional.
Las plantas, además de hermosas, forman parte de un todo. Es decir, las flores alimentan a los insectos, los arbustos pueden alimentar a las aves y ciertos frutos son el alimento de mamíferos. Y a su vez entre todos ellos forman la base de la cadena alimenticia de los grandes depredadores. Es decir, las plantas forman parte del ciclo natural de la vida.
Si tenemos flores seguro que acuden los insectos a polinizarlas en la época concreta, y donde hay insectos hay pájaros. Y aún será más abundantes y variados si les invitamos a esas aves a entrar a nuestro jardín colocando por ejemplo curiosos comederos, tanto con fruta fresca como seca. La idea es poner ese reclamo y ya nos sorprenderemos con la especie que llegue hasta ahí.
Si conseguimos que lleguen a nuestro jardín animalillos, sean pájaros o pequeños mamíferos, ellos mismos se darán cuenta de que esa presencia tan cercana del ser humano no puede ser peligrosa si les proporcionáis comida como hemos dicho en el punto anterior. Pues bien el siguiente paso es facilitarles la forma de establecerse. Es decir que creen su madriguera o sus nidos por ahí. Para eso les puede servir cualquier árbol o incluso viejos enseres de labranza dispuestos en el jardín. Unos elementos que le dan un toque decorativo de aires rústicos al espacio, pero no solo eso sino que pueden ser un lugar de vida.
Una idea que todos comprendemos es que las zonas boscosas o de jungla, dado el espesor vegetal que alcanzan se convierten en un refugio ideal para la cría de animales, que por muy débiles que sean respecto a sus depredadores encuentran allí mil y un escondites. Pues bien, no se trata de que en tu casa recrees la selva, ni mucho menos como veremos más adelante, pero si que podemos pensar en la creación de una zona con cierta densidad vegetal que sirva de cobijo para nidos donde críen pequeños animales.
En esta línea la presencia de espesos setos es ideal y también la cobertura vegetal muros o vallas, un recurso muy habitual en los jardines frontales. Aunque si hay una cobertura vegetal que les gusta a los pájaros para criar esa es la que se puede hacer en la parte alta de pérgolas o porches. Un refugio elevado ideal para ellos.
De lo dicho hasta aquí se deduce que estamos tratando de
crear nuestro pequeño ecosistema en casa, de la forma más natural posible. Sin
embargo, está claro que no podemos controlar absolutamente todo, y ese pequeño
edén del que queremos disfrutar puede verse amenazado por muchas peligros,
entre ellos la presencia de especies invasoras. Hay una frase que define esto muy claramente: no se le pueden poner puertas al monte
.
Sin ir más lejos, a nuestros comederos para pájaros pueden llegar aves como las cotorras que echarán al resto de aves. O también como ejemplo, si se cuela vía subterránea un topo en nuestro jardín puede acabar con gran parte de nuestra flora, sobre todo aquello que se desarrolla a partir de bulbos, tanto de flores como de verduras. Si es así, un buen remedio es tener un gato rondando por el jardín. Estos son solo dos ejemplos pero habría muchos otros, y no os creáis que siempre hay solución, de hecho estamos intentando hacer un jardín lo más natural posible, y en la naturaleza salvaje también ocurre así, hay invasiones que son definitivas.
En la misma línea que lo anterior, lo que habitualmente llamamos malas hierbas no deja de ser una especie invasora, capaz de inundar el terreno y aprovechar todos sus nutrientes. Por eso hemos de cortarlas de raíz, nunca mejor dicho. Es nuestro jardín y nos hace sentirnos por momentos en la naturaleza, pero eso no significa que no necesitéis de un buen cobertizo con alguna que otra herramienta de jardinería para proporcionarle todos los cuidados necesarios y que no se asalvaje demasiado la vegetación, ya que si lo permitís puede llegar un momento que todo esté fuera de control y solo podáis arreglarlo con medidas drásticas.