Los muebles juveniles tienen que ser un contrapeso del carácter de sus usuarios: en esas edades en que el cuerpo y la mente se revolucionan, los dormitorios tienen que tener camas y escritorios de formas simples. Si la vida se acelera cada día, hay que apostar por los colores básicos y con no más de tres o cuatro tonos. La idea es que una habitación sirva para relajarse, estudiar, descansar y poner un freno al vértigo del mundo exterior.
Por ello también los muebles juveniles se confeccionan con maderas livianas como el pino, o con materiales como el plástico o el aluminio: muebles de líneas sencillas, que no sean demasiado pesados, y de diseños originales.